Cuando validamos una emoción estamos ayudando a los niños y niñas a nombrarla, vivirla, acomodarla en su lugar y continuar.
Sin ignorar, reprimir, minimizar o sofocar lo que se está sintiendo o la situación que lo detonó.
¿Y cómo puedo ser un adulto que valida emociones?
La mejor forma de hacerlo es con nuestro ejemplo, cada día, en situaciones cotidianas.
Es decir, con la forma en que respondemos ante nuestras emociones y también ante las emociones de los niños y niñas.
Por ejemplo, cuando:
- Lloran
- Se caen
- No quieren comer
- Es hora de dormir
- No quieren compartir
- Se equivocan