Claramente tu intención no es castigarlo ni darle un mal trato. Por eso estás aquí, leyendo esto. Es solo que parece haber una línea tan delgada entre la forma en que fuimos educados y lo verdaderamente sano y correcto, que podríamos llegar a creer que “un grito a tiempo” es disciplina y que es la única forma de establecer límites. Hoy me complace informarte que no es así, y que sí existen métodos de disciplina afectuosa, respetuosa, coherente y efectiva. Solo es cuestión de estar dispuestos, como adultos, a utilizar nuestro cerebro pleno.