La familia y su responsabilidad en el cuidado del adulto mayor.

El Instituto para la atención de los Adultos Mayores de la Ciudad de México señala que la ONU establece la edad de 60 años para considerar que una persona es adulta mayor, aunque en los países desarrollados la vejez empieza a los 65 años.


En general, se percibe a esta etapa como una fase de deterioro y disminución de las capacidades físicas y mentales, y anteriormente se consideraba a estas personas como aquellas que portaban sabiduría y fortalecían los lazos familiares, con el paso de los años y por carecer de una cultura de la vejez y el envejecimiento, ahora se considera que los adultos mayores son símbolo de dependencia y enfermedad por lo que cada vez menos,  las familias se quieren responsabilizar de sus cuidados presentando conductas de negligencia, abandono, indiferencia, violencia económica  y rechazo.

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (Enadis 2010) los adultos mayores son considerados el cuarto grupo de población vulnerable a la discriminación, caracterizada por los atributos negativos de la improductividad, la ineficiencia, la enfermedad y la decadencia en general, por lo que lejos de verse como una etapa natural dentro del ciclo de vida, se liga a un proceso lleno de amenaza y degradación, por lo que dicha condición no es esperada con felicidad (Revista papeles de Población, UNAM 2017).

Este artículo está diseñado para informar a las familias sobre el cuidado que se debe tener con sus adultos mayores para generarles una calidad de vida, por tanto, hablaré a continuación sobre las áreas a atender y conservar para lograr este propósito.

El rol de la familia responsable ante esta situación, permite generar mayor seguridad emocional ya que proporciona cercanía, afecto, acompañamiento, valoración, confianza, validación de sentimientos y sobre todo tranquilidad, sosiego y serenidad en nuestros adultos mayores.

El espacio que habite el adulto mayor debe ser un espacio seguro para todos los miembros que componen la familia. Se debe considerar la revisión continua de pisos, si es necesario colocar antiderrapante, la iluminación, sobre todo si hay escaleras, fijar muebles, repisas, reubicar aquellos que estorben el paso, colocar pasamanos en regadera o áreas comunes, verificar los seguros de las puertas, que los apagadores de luz estén a la mano, entre otros.  

Es una etapa en que se incrementan las enfermedades por tanto asegúrese que su adulto mayor tenga acceso a servicios de salud de forma indefinida, con el objetivo de que se atienda con regularidad y se practiquen los monitoreos médicos necesarios y preventivos.

Normalmente se piensa que en esta fase se presentan cambios emocionales que traen consigo tristeza, enojo, irritabilidad, apatía, desesperación, ansiedad, fatiga, sin embargo se puede asegurar que estos no aparecen de forma repentina sino que son producto de situaciones experimentadas con anterioridad. Por esto mismo, es de suma importancia considerar terapia psicológica de ser posible con especialistas en Gerontología o Geriatría.

Es importante mencionar que normalmente se considera a la memoria como la principal habilidad cognitiva alterada en esta fase de desarrollo, sin embargo, también las funciones neuropsicológicas como la atención y la percepción tienen un papel fundamental en la actividad cognitiva y deben incluirse dentro de las habilidades a estimular. Es importante que se generen tareas que mantengan activo a nuestro adulto mayor ya que a través de ello se estimula esta habilidad.

Nuestros adultos mayores necesitan sentirse reconocidos, queridos, aceptados y esa es la labor que como familia nos compete proporcionar. Hagamos pues un espacio agradable y afectivo para ellos. 

Escrito por Mtra. Santa Imelda Castro Hernández.

Directora Operativa, Ciudad de los niños Tijuana